Estaba un coyote jugando en los montículos del desierto cuando de repente, dio un mal paso y sintió que iba a caerse. Para evitar la dura caída, intentó agarrarse de uno de los cactus de los alrededores, al agarrarse a la planta en cuestión se lastimó las patas con las espinas de la misma, lo cual le provoco un enorme dolor por lo que increpó al cactus lo siguiente:
—¿Por qué haces eso? Acudí a ti en busca de ayuda y me has herido aún más.
A lo que el cactus respondió sin el menos cuidado:
—Querido amigo, la culpa es toda tuya por decidir agarrarte de mí. Sabes muy bien que, por mi naturaleza, soy bueno para herir y enganchar a todo el mundo y tú no ibas a ser la excepción.
Moraleja: No pidas ayuda al que tiene por costumbre hacer daño.