-A veces, nos encerramos en nuestro propio mundo más de lo que deberíamos-.
Este relato nos habla de un hombre estudioso. Aquel que observa y analiza las estrellas, los planetas, las galaxias, cuerpos celestes, y el universo en general. Astrónomo, le hacen llamar.
Este astrónomo tenía el viejo hábito de caminar todas las noches. Paseaba de calle en calle, de lugar en lugar. Bastante retirado de la ciudad, debo decir. Siempre concentrado en su mundo, sin mirar más allá. Una noche, admirando el cielo, cayó en un pozo sin pensar.
Comenzó a lamentarse una y otra vez, pidiendo auxilio sin cesar. A los pocos minutos, pasó un hombre cerca de donde estaba, el cual, oyendo su llamado se acercó de inmediato. Rápidamente se puso al tanto de lo ocurrido, y enseguida le dijo:
-Amigo, veo que deseas observar lo que hay en el cielo, pero… ¿cuántas veces te has detenido a ver lo que hay en la tierra?
Moraleja: A veces, nos encerramos tanto en nuestro mundo, que nos olvidamos de todo lo demás. No está mal explorar lo que hay más allá, pero es necesario saber dónde estamos.