Un maravilloso jardí, avistaba una gran fuente llena de peces que nadaban de par en par. Sin embargo, el jardinero no paraba de cuidar a las bellas flores del lugar, olvidándose de los pequeños al consumir su agua sin pensar.
El amo descontento se estremeció ante tal encuentro. Le importaba la flora, pero no podía imaginar perder a los peces que tanto adora.
– ¡Jardinero! Cuida a mis pececillos. No vacíes toda el agua ni los dejes secos, porque andan de brinco en brinco.
Obedeciendo a su amo, dejó la fuente llena. No regó más las plantas, las cuales se secaron e hicieron un nudo enorme en su garganta. Se enredó sin dudar por centrarse en una sola cosa nada más.
– ¡Qué ha pasado aquí! Ha llegado a su fin. Con el riego constante casi pierdo los peces, con el exceso de cuidado sin jardín me he quedado. Qué triste es este paisaje que realmente me ha dejado anonado. Dijo el amo al lamentarse de aquel desbordante resultado.
Moraleja: No descuides una cosa por percatarte de la otra. Sé mayordomo fiel de tus labores, y equilibra todo en el ahora.
Es verdad debemos estara al pendiente del lo que estamos haciéndolo y no descuidar nada por fijarnos en hacer otra cosa.